Angeles Oscuros

Angeles Oscuros

Perfil De Angel Capitulo 1

Inicia tu recorrido por el Apocalipsis.

Perfil De Angel Capitulo 2

El nacimiento de tu verdugo.

Visitanos en Facebook

Unete a La Legion.

martes, 29 de abril de 2014

CAPITULO 6

l extraño olor en el aire, alertó a Jorge.
Se había sentado a la orilla de la selva a la espera de su amigo, Jared. Pero este no aparecía.
La tensión en el ambiente, lo inquietó. También había visto como Bruno entraba a la selva y no era hora de que apareciera.
Gemma, notando la tensión de Jorge, se acercó.
-¿Qué pasa? -Estoy esperando a Jared.-respondió este con voz tensa y sin despegar los ojos del ramaje. -¿Hace cuánto se fue?-insistió la otra. -No he calculado el tiempo. Una hora, quizás. Sin comprender la preocupación de Jorge, Gemma se fue. Áquel apenas lo notó. La extraña desazón seguía creciendo en él hasta tal punto que le fue imposible mantenerse sentado. ¿Algo pasaría? Bruno siempre se metía en aprietos. ¿Estaría en problemas ahora? El aire se estremeció ante un silbido y a mitad del campamento, aterrizó un ángel. Su cabello negro estaba alborotado y sus ojos grises se veían angustiados.
-¡Jason!-exclamó Vanessa.
-No hay tiempo.-la atajó este con acento francés-Ellos están aquí.-dijo dirigiéndose a Christian, que se tensó.-Los vi seguir a Jared en aquella dirección.-señaló con el dedo la dirección opuesta al campamento-Un humano iba con él.
-Era Bruno.-saltó Selemí.
-Era o es, no lo sé. Los guerreros Masai iban detrás de ellos. Áquel humano estaba demasiado envuelto en nuestro aroma.
-Pero, ¿Qué hacen aquí?-preguntó Gemma, asustada.
Una sola mirada de Jason hacia Selemí bastó para que todos supieran: Venían por ella.
La Sede había faltado a su palabra. Le habían dado hasta el final del siglo para que ella volviera. El siglo apenas empezaba.
Sin decir nada, Selemí alzó el vuelo. Necesitaba asegurarse que ambos chicos estuvieran bien.
      Los demás chicos la siguieron.
Era fácil seguir a un guerrero Masai. Su olor era pesado y ácido. La estela que dejaban era casi visible.
-Los vi ir hacia allá-gritó Jason.
Virando en el aire, los Arcángeles siguieron la dirección
indicada.
Más desesperada y nerviosa que nunca, Selemí buscaba alguna señal de los chicos. Sus ojos iban y venían con nerviosismo.
Una mancha negra salió de entre los árboles y todos distinguieron a Jared que sin verlos, siguió entrando y saliendo del ramaje. Detrás de él, iban seis guerreros de alas grises y desgastadas. Incluso aquellas alas, dejaban ver la brutalidad de sus personalidades.
Christian ladró una orden y los Arcángeles se dispersaron. Selemí siguió a Jared con Christian detrás de ella.
Los grandulones, al notarlo, se gruñeron entre sí y se dispusieron a combatirlos. Aquella sería una batalla dura de pelear.
Sin pensarlo dos veces, Christian extendió su palma ante uno y un haz púrpura brotó de ella golpeando al Masai en el pecho. Este dio un grito y cayó en picada hacia el suelo. La piel comenzó a derretirsele como cera cerca del fuego y en menos de un minuto, se había convertido en un charco oscuro en el suelo.
Christian había dado un buen golpe.
Un Masai se situó ante Selemí, impidiéndole seguir a Jared. Sin que Selemí pudiera preeverlo, le soltó un puñetazo
en la mandíbula. Selemí descendió unos metros en el aire con la
cabeza martilleandole de dolor. Los ojos comenzaron a escocerle a
causa de las lagrimas.
El Masai soltó una risa ronca. Sacudiéndo la cabeza, Selemí le regresó el golpe dandole en el estómago. El guerrero soltó un gemido y se agarró el vientre con ambas manos. Sin tiempo que perder, Selemí le dio una patada en la cara. El guerrero chilló mas fuerte agarrandose la cara. Su nariz sangraba a chorros.
Los Masai son brutales pero descerebrados. Selemí levantó su palma y el haz púrpura que salió de ella bastó para pulverizarlo en el acto. El haz lograba matar a un guerrero Masai si daba justo en el pecho. Por otro lado, solo lo hería y en cuanto lograra recuperarse, el guerrero volvía a la guerra.
Mirando alrededor, Selemí se dio cuenta de que el último guerrero luchaba contra Jason. Este, con un gesto aburrido lo pulverizó.
La pelea había sido corta pero había perdido tiempo. Jared ya no se veía por ningún lado.
Un grito desgarró el aire. Parvadas de aves, asustadas, alzaron el vuelo.
No tenían que preguntar. Ellos sabían que se trataba de Jared. Batiendo las alas con fuerza y con el eco del grito aún en el aire, los siete Arcángeles buscaron a su amigo. La espesa selva hacia casi imposible ver hacia abajo.
Un segundo grito, mas cerca los hizo virar en el aire, retrocediendo. Una mancha negra estaba tirada en el suelo, retorciéndose.
Jared.
Como ave en picada, los siete aterrizaron junto a él. Jared sangraba y uno de sus brazos estaba torcido en una forma antinatural que hizo suponer que estaba roto. Frente a Jared estaban tres Masai que con la pinta que tenían habían sido golpeados duramente hace algunos minutos.
Las expresiones y el porte de estos, hizo suponer a Selemí que eran más fuerte que los otros. Estos parecían mas confiados, temerarios y sus expresiones toscas dejaban claro que no venían a dialogar. Ellos buscaban asesinar. Ese era su hobbie.
-¿Quien os envió?-preguntó Christian.¡Que pregunta más tonta!”-pensó Selemí. ¿Quién más los enviaría?
-Armando.-gruño uno. No parecían saber muchas palabras.
Uno de los guerreros señaló a Selemí con un dedo regordete,
tosco y cubierto de cicatrices.
-Solo Selemí.-gruñó.
-¿Para qué?-preguntó Jason en lugar de ¿por qué?.
-Indisciplina. Medidas disciplinarias contra ella.
Selemí suspiró, entre aliviada y exasperada.
Una medida disciplinaria. Tratandose de Armando, le arrancarían la piel viva y pasarían brasas ardientes sobre el músculo.
-¿Dónde la quiere?-insistió Jason.
El guerrero Masai se limitó a señalar un punto a lo lejos. Quizás no sabía las palabras exactas para decirlo o no quería molestarse.
-Guíanos.-dijo Selemí.
Era mejor acabar con esto de una vez. Era una medida disciplinaria no los había enviado a asesinarla a sangre fría. De haber sido ese el caso, aquellos brutos ni siquiera hubieran hablado.
Los Masai extendieron sus alas negras y solo uno de ellos alzó el vuelo. Los otros dos esperaron a que los Arcángeles lo siguieran para irse en la retaguardia.
-¿Dónde esta Bruno?-preguntó Selemí.
-En el lago.-dijo Jared-Me ví forzado a dejarlo ahí.
-¿Ahí lo dejaremos?
-¿Hay alguna opción?-dijo Christian.-No creo que estos brutos nos dejen ir por él.
-Va a morir.-gimió Gemma.
-Algún día iba a pasar.-respondió Christian, insensible. Al notar la mirada dura que le lanzó Selemí, dijo;No podemos hacer nada. Lo mejor es que os preocupeís por ti. Solo Dios sabe lo que planea hacerte.
Selemí se estremeció, involuntariamente. Ni siquiera seguiría el consejo de su hermano. No quería pensar en las atrocidades que le harían. 
Pasaron por encima del lago y para sorpresa de ellos, los guerreros Masai comenzaron a descender a orillas de este. No era el mismo lago en el que acamparon, pero la corriente era la misma. 
Aterrizaron al mismo tiempo. El brazo de Jared ya se había recuperado para entonces y este lo movió, suavemente.
-¿Que hacemos aquí?-preguntó Jorge.
-Allá esta Bruno.-dijo Gemma.
Todos se giraron para ver la cabeza de Bruno sobresalir por encima del agua. Los veía con gesto de alivio y curiosidad.
Uno de los guerreros también lo vio y gruñendo se abalanzó sobre él, pero Vanessa se le adelantó y lo sacó del agua antes de que pudiera tocarlo. El Masai sin poder detenerse a tiempo, se estrelló contra el agua provocando una gran salpicadura.
-¿Que haceis con ese humano aquí?-bramó una voz de fuerte acento español.
Todos se giraron para ver al propietario de aquella voz. Un hombre maduro de cabello negro, ojos marrones y piel morena estaba de pie frente a ellos, mirandolos con rabia. Armando Córtez. A su alrededor, había mas personas, pero Selemí no quiso saber quienes eran. Aunque las conocía de vista. -Os he hecho una pregunta.-dijo Armando-¿Qué haceís con un mundano? -Es amigo mío.-respondió Selemí, deseándo que su voz sonara firme. Armando la miró con dureza durante unos segundos. En sus ojos se veía en odio que le profesaba. El no perdonaba rebeldías y ante él, estaba el Arcángel mas rebelde de todos. Su dolor de cabeza y su pesadillas. Armando extendió una mano y disparó un rayo luminoso hacia Bruno. Matándolo.

domingo, 6 de abril de 2014

CAPITULO 5

Por alguna extraña razón, que incluso él desconocía. Christian decidió extender el tiempo de estadía en el lago.
Quizás fuera para darle tiempo al mundano de lárgarse y liberarlos de la enorme carga que representa. Ni siquiera deseaba pensar en lo que los Ancianos pensarían cuando lo vieran llegar con el enemigo.
Las chicas habían estado enseñandole algunos trucos de pelea al chico que para asombro de él, aprendía demasiado rápido. Incluso Jared tuvo que admitir que tenía estilo para pelear. -Se debe estar esforzando.-dijo Jorge, mientras los tres, observaban a las chicas y Bruno-Lo ví muy decidido a quedarse.
-Pero, ¿en qué nos ayudaría?-quiso saber Jared-No ocupamos ayuda extra. Además, ya quiero ver la reacción del Señor Córtez cuando lo vea. Seguro nos mata a todos por idiotas.
-No os preocupeís por eso.-intervino Christian no muy seguro de sus palabras-No pasará la ronda. Tendrà que regresar con los suyos.
-Pues no lo creo, la verdad.-rió Jorge-Esta entrenando con tu hermana y Vanessa. Sabes que mejores guerreras no hay. Lo mas probable es que termine peleando mejor que nosotros.
Christian se mordió el interior de la mejilla, preocupado. Jorge estaba en lo cierto. Necesitaba encontrar alguna manera de quitarlo de en medio.
Selemí observaba a los tres chicos cuchichear entre ellos. 
Le alegraba ver sus expresiones preocupadas y mas la de su hermano. Aún no estaba cómoda con la idea de que Bruno se quedará, corría demasiados peligros y lo que le daría al saber lo que Selemí y cía se dedicaban, pero por ahora no pensaba en otra cosa.
Quizás a su hermano se le ocurriría algo y tendrían que dejar a Bruno volver. Ojála se le ocurriera algo al idiota. -¡Buen golpe!-dijo Vanessa,
había estado enzarsada en una lucha cuerpo a cuerpo con Bruno-Pero, por ahora terminamos. Lo hiciste bien. Descansa.
Bruno, sudoroso y cansado, apenas puedo emitir sonido alguno y fue a sentarse con Gemma y Clarisse que le tendió una botella de agua. -¿Cómo lo viste?-le susurró Selemí a Vanessa.
-Tiene posibilidades. Tiene actitud y con un poco de entrenamiento, estará listo.
-¿Has visto las caras de los chicos?
Vanessa rió por lo bajo. -Supongo que piensan que fue mala idea dejarlo en nuestras manos. Ambas rieron. Gemma, como siempre, porque ella así lo quería, preparó la comida.
Por tercer día consecutivo, comieron pescado. No es que no tuvieran forma de cazar, pero todos querían relajarse por algunos dias.
En La Sede, siempre los mantenían en entrenamiento o yendo de aquí para allá. Siempre estaban ocupados y dada la extraña disposición de Christian a descansar, así lo harían. Al cuarto día, Jared ya cansado del pescado, decidió ir en busca de algo comestible dentro de la selva. Avisando a Christian, se adentro en el espeso follaje. En parte, le servía para relajarse. Había estado tan rodeado de personas que sentía necesidad de estar un momento a solas. La selva verde y húmeda a su alrededor, lo tranquilizaban. El hecho de que estuviera al acecho lo volvía loco de felicidad.
Él había sido creado para matar y sino podría hacer eso con áquel idiota mundano, lo haría con alguna presa que sea capaz de comerse. El pescado ya le daba asco.
La naturaleza vibraba a su alrededor. El follaje rozaba su piel dejando pequeñas gotas de rocío. Los tantos sonidos a su alrededor le hicieron agudizar el oído en la espera de escuchar a su próxima presa. No estaba seguro de que cazaría o si cazaría algo, pero intentarlo no estaba demás.
Trepó a un árbol, asegurándose primero de que no estuviera ocupado por alguna pantera o serpiente, y desde arriba inspeccionó hacia abajo. Atento a cualquier movimiento.
Los pájaros silbaban y cantaban y el viento arracaba susurros a los árboles. De vez en cuando, veía a algun animalito correr en busca de comida. Eran demasiado pequeños para hacerlos una cena, así que los dejaba escapar.
Un movimiento entre los arbusto bajos, lo tensó. Fijando la vista en áquel punto y de vez en cuando, paseándola alrededor, esperó a que áquello se rebelará.
Le pareció ver asomar un par de manos y después vio aparecer algunas mas. 
Vio aparecer a un grupo de personas con vestimentas típicas de los aborígenes del lugar. Debía de estar de caza, igual que él.
Ocultándose aún más entre las ramas del árbol, siguió observandolos. Eran un grupo de diez y parecían cansados. Seguro llevaban tiempo caminando sin encontrar nada.
El mas grande de todos, un hombre tosco de rasgos feroces dio una órden y todos se detuvieron. Sentándose donde pudieron con gesto de cansancio.
Uno de los hombres sacó una cantimplora y comenzó a beber de ella. Solo entonces, Jared se dio cuenta del tatuaje en su brazo. Ese tatuaje tan característico en...
¡Por Dios! ¡Los estaban buscando! ¿O es que buscaban a Selemí? Pero si la buscaban a ella, también los buscaban a ellos.
Áquel tatuaje era típico en los guerreros Masai. La clase de guerreros que son capaces de destripar a un bebé sin piedad y los únicos capaces de asesinar a un ángel. Aunque ellos eran arcángeles, Jared sabía que ellos los golpearían sin sentido y los someterían hasta que viniera su líder a destruirlos. Nadie sabía quien era el líder. Porque nadie se atrevía a preguntar.
Si estaban aquí era por Selemí. Armando había sido muy claro cuando dijo que Selemí se arrepentiría
de haberse escapado. Áquel hombre no toleraba rebeldías y menos de sus Arcángeles. Áquel que osará rebelerse o era asesinado o era duramente sometido.
Bien. No permitiría que ni uno ni lo otro le pasará a Selemí. Aunque fuera tan cabezona y testaruda, él la admiraba por haber tenido el valor de hacer lo que él tanto deseaba.
Procurando no ser descubierto y procurando aún mas no dejar escapar su olor, Jared se acurrucó. Áquellos matones tenían habilidades impresionantes de rastreo y ellos llevaban demasiado tiempo en aquel lago para dejar su olor impregnado.
Un movimiento detrás de él lo hizo girarse, lentamente. Los guerreros Masai también lo hicieron. Atentos y a la vez tan peligrosos que se lloraría con solo verlos.
La cabeza de Bruno salió por encima del ramaje.
-¡Maldita sea!-siseó Bruno, furioso-¡Maldita mundano!
Los guerreros Masai también lo vieron, pero ellos habían sido enviados para buscar a un Arcángel no para matar mundanos. Por un momento, pasaron de él. No sabían que hacía un humano en medio de la selva y tampoco les interesaba.
   Bruno, ajeno a todo, hizo lo que tenía que hacer. La necesidad humana lo había llamado.
Jared, tenso como una piedra, no apartó la vista de los Masai a la espera de cualquier movimiento amenazante para defender a áquel idiota. Aunque debería dejar que lo descuartizen por mundano.
Una suave brisa de aire agitó las ramas, llevando hasta las narices de áquellos brutales guerreros el olor que tanto habían estado buscando: el olor de un ángel.
Por la humedad de la naturaleza, lo habían perdido y áquel humano lo llevaba impregnado. Y lo mejor era que aquel olor era más intenso. Era el olor de un Arcángel.
Jared, mas inquieto que nunca, vio como susurraban entre sí. Armando alguna táctica para atacar a Bruno. Jared estaba en un dilema. Si se movía, sería descubierto y se armaría el caos, pero si no lo hacía, Bruno sería hombre muerto.
¿Qué hacer?
Busco alrededor, desesperado. Los demás Arcángeles estaban demasiado lejos para que acudieran a tiempo. Rabioso con Bruno, (¿Por qué se le ocurrió venir hasta acá?), buscó la manera de captar su atención. Pero Bruno miraba a todos lados menos hacia donde estaba él.
Los guerreros ya se habían desplegado, rodeándolo. Si Bruno corría, lo mas probable es que corriera hacia los demás. Llevando a esos brutos directo a Selemí. Áquella pelearía antes de caer y sería un enorme derramamiento de sangre.
Bruno, con toda la tranquilidad de la que era capaz, terminó de hacer sus necesidades y se dispuso a regresar al lago.
Los Masai, ya lo tenían rodeado para esas alturas. A donde quiera que fuera, sería apresado, pero el denso ramaje no le permitía ver la amenaza.
Maldiciendo a cada momento, Jared miraba, nervioso desde lo alto. Aún no había decidido que hacer y cada segundo que pasaba era vital.
El círculo de guerreros a cada momento se iba cerrando sobre Bruno. Si lo atrapaban, sería muy díficil liberarlo.
¡A la mierda!
Sin preocuparse más por no hacer ruido. Jared desplegó sus alas. El susurro causado por aquellas y el silbido que causaban al batirse, hicieron que tanto Bruno como los Masai miraran hacia arriba.
Bruno solo vio venir una mancha negra antes de sentirse elevado en el aire. Sin poder evitarlo, soltó una exclamación.
    -¡Calla, idiota!-le espetó Jared-¡Sujetáte bien, me elevaré aún más!
Sin siquiera preguntar nada, Bruno lo hizo. La expresión en el rostro de Jared lo alertó, diciendole que algo no iba bien.
Jared zizagueó entre los árboles buscando perderse. Por el rabillo del ojo, vio como aquellos matones le seguían por aire y tierra. Algunos brincaban de árbol en árbol.
Tomándo la dirección opuesta al lago, Jared buscó desesperadamente algún escape.
Era el Arcángel de la guerra, si, pero hasta él sabía cuando el enemigo era mayor que él. Aquellos brutos podrían con él y no estaba dispuesto a terminar una bola de sangre.
El olor que Bruno debía desprender, les daba la ruta perfecta para seguirlos.
-¿Sabes nadar?-le preguntó. Bruno, sorprendido por la pregunta, asintió con la cabeza.-Tendrás que hacerlo, ¿me oyes? En cuanto toques el agua, sumergete cuanto puedas. Volveré por ti pronto.
Y sin más, lo soltó.
Bruno ni siquiera tuvo tiempo de gritar. Recordando las palabras de Jared, aspiró todo el aire que pudo antes de que su cuerpo se sumergiera en el agua.
Jared dio una vuelta, asegurándose de que Bruno estaba bien y después siguió su camino.


viernes, 4 de abril de 2014

Capitulo 4

Los chicos lograron pescar algunos peces y Gemma se dispuso a cocinarlos con ayuda de Clarisse. Bruno estaba sentado, apartado del grupo sin saber que hacer con su vida. Selemí y Vanessa afilaban algunas ramas para usarlas a modo de lanzas.
-¿Crees que se recuperé alguna vez?-preguntó Vanessa haciendo un gesto con la cabeza hacia Bruno. 
 Selemí lo miró antes de responder. 
-No lo sé. Espero que lo haga. Esto es un shock para él. -Sabes que no puede seguir con nosotros, ¿verdad? Es demasiado peligroso para él. No soportaría mucho antes de matarse o que lo maten. Selemí se encogió de hombros. No había pensado en que hacer con él. Pero Vanessa estaba en lo cierto. Quizás lo mejor sería devolverlo a su hábitat. Gemma silbó indicando que la comida estaba lista.
 Los Arcángeles saltaron de todos lados, hambrientos, dejando lo que hacían.
-Creo que deberías llevarle algo de comer a la reinita.-dijo Jared, mirándo hacia Bruno. 
-Que venga él.-dijo Selemí, cansada de la actitud infantil de áquel-¡Sino vienes, te arrastro hasta aquí!-le gritó.
Bruno levantó la cabeza, asombrado. Pero, muy de mala gana, se acercó a comer.
Clarisse de inmediato le pasó un plato con comida y se sentó a lado de él. Sus lacios cabellos rubios caían en cascada sobre su espalda y sus ojos azules brillaban con entusiasmo hacia Bruno.El tío esta bueno” pensó. 
-¿Disfrutaís del pescado?-le preguntó. Bruno asintió, pues tenía la boca llena-Gemma y yo tenemos el toque a la hora de cocinar.
Selemí y Vanessa rodaron los ojos. La españolita no desaprovechaba ninguna ocasión para coquetear.
El Arcángel de la belleza hacia lo mejor que sabía hacer: conquistar.
Bruno, abrumado y a la vez emocionado por tener la atención de la rubia, consiguió balbucear a modo de plática con ella.
Pasado un rato, Vanessa le preguntó:
-¿Que harás? ¿Te quedarás o prefieres regresar?
-¡Por supuesto que regresará!-dijo Christian-No puede estar aquí 
.
-¿Por que no?-dijo Bruno. -No eres uno de los nuestros. ¿Con eso basta?-respondio Christian mirándolo como quien ve un perro muerto.
-¿Solo porque no tengo alas? Puedo intentarlo.-dijo, para asombro de todos. Bruno se había cansado de que lo mirarán como a un cobarde. -No, no puedes.-dijo Christian-Ni debeís. -¿Por que no, españolito? ¡Pruébame! -Ya lo he hecho y haz reprobado. No tienes el valor. Áquello fue humillante para Bruno. El pedazo de pescado que estaba comiendo, se le atascó en la garganta haciendolo toser.
Clarisse lo golpeo en la espalda para ayudarlo.
-Si...sigo vivo, ¿no?-tartamudeó.
-Si, pero por ayuda nuestra.
Christian no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. El no quería a áquel imbécil entorpeciendo todo.
Selemí solo observaba áquel intercambio. 
Para ella, si Bruno se quedaba, bien, pero si no, también. Él no estaba preparado para la clase de vida que estaban obligados a llevar.
-Selemí, ¿Tú que piensas?-la pregunta de Jared, la sobresaltó. Sin ver a Bruno, respondió: -Aceptaré cualquier decisión, pero si se queda, alguien tendrá que entrenarlo.
-No lo necesitamos.-replicó, de inmediato, Christian.
-Dije: si se queda, no que fuera definitivo.
-¿Y si lo probamos por un tiempo?-sugirió Jorge. Todos lo miraron-Quizás de el ancho.
-Si.-intervino Clarisse-Yo os podría ayudar.-añadió mirando a Bruno con coquetería. Este se sonrojó.
Muy a regañadiente, Christian lo aprobó. Pero ninguno de los chicos quiso entrenarlo, asi que Bruno quedó a manos de las chicas.
-Espero que no empieces a mostrarte muy femenino después.-se burló Jared, ocasionándo las risas de los chicos. Selemí le propinó un manotazo en la cabeza, pero ni con eso Jared dejó de sonreír.