Angeles Oscuros

Angeles Oscuros

viernes, 21 de marzo de 2014

Capitulo 2



Se giró hacia ella con expresión interrogante y a modo de respuesta, Selemí desplegó un par de alas idénticas a las de Christian. 
Si no se desmayo fue por puro orgullo. Aquello era surrealista. Ni en toda su vida se hubiera imaginado que presenciaría algo como aquello.
Como un automata se sentó en la cama. Sabía que si seguía de pie sus piernas no lo sostendrían. Estas temblaban como gelatina. 
Selemí se acercó a él sin saber que decir. Sus alas eran arrastradas detrás de ella provocando un ligero susurro.
-¿Estas bien? Se que esto es rídiculo, pero... esto es lo que soy. Lamento no habertelo dicho antes, pero...me imagino que ya sabes por que.
Bruno la miró sin poder creerselo. Aquella hermosa personita era lo que siempre le había dicho que era: un ángel. Él se lo decía siempre de cariño y ella sonreía, divertidad. Ahora se daba cuenta de por qué.
-Bueno, tío. Ya que no estas dispuesto a decir nada, me llevaré a mi hermana. ¿Ya entiendes que debe regresar con los suyos, verdad?-dijo Christian. 
Solo con aquellas palabras, Bruno volvió en sí. -¿Tienes que irte?-le preguntó a Selemí que miraba a Christian con gesto rabioso. Su hermano seguía en sus trece.
-No, no me iré.-respondió, desafiante-Christian, déjate de idioteces.
-Selemí, debes de recapacitar. Los demás están en peligro por tu cabezonería. ¿Quieres ser la responsable de nuestras muertes?
-¡No me chantajees!-replicó, furiosa.
-No son mis palabras. Son las de Armando. Esta 
furioso desde que huíste y nos ha tratado con la punta del pie desde entonces.
-Pues lo siento. Pero es obvio que han sabido cargar con él. Sé que así seguirá siendo.
-¡Selemí, no seas necia!-exclamó Christian, rabioso. Tomó a Selemí del brazo con 
fuerza ocasionando que Bruno saltará de la cama. Christian rodó los ojos. No tenía tiempo para gillipolleces. Extendió una mano y obligó a Bruno a volver a su asiento, inmovilizandolo.-¡Has de volver aunque te arrastre de vuelta, ¿captais?!
-Déjalo en paz.-siseó esta. Christian así lo hizo. Selemí caminó hacia Bruno al tiempo que guardaba sus alas de vuelta en su espalda. Tomó a un incredulo Bruno del brazo y lo arrastro hacia la salida.
En cuanto la puerta se abrió, el escándalo de la fiesta retumbó en sus oídos. Había olvidado por completo la fiesta y por ahora, no estaba de humor ni siquiera para soportar aquel ruido infernal. Dio un manotazo al aire y la música cesó. Las luces se encendieron y los tres bajaron del segundo piso.
Christian los seguía con gesto incómodo. Aquel lugar era repleto de mundanos y eran las cosas menos favoritas para él. No entendía como su hermana se movía tan tranquilamente entre ellos.
Él los evitaba a toda costa.
Selemí, murmurando por lo bajo, salió de la fiesta y se dirigió hacia el auto de Bruno. Adentro de la casa todos estaba confusos por la falta repentina de música ni siquiera notaron a los tres chicos. Dando otro manotazo, Selemí hizo saltar los seguros del auto y arrojó adentro al asiento copiloto a Bruno. Se dio la vuelta para encarar a su hermano que miraba con cara de asco a los mundanos.
-¡Ni insistas mas! Mi decisión es clara. Si tu quieres vivir esa mierda de vida, vívela, pero no me arrastres a ella.
-Sabes que vendrán por ti. Sabes lo que os harán. ¡Deja de ser tan cabezona y vuelve!
-¡Christian...!-lanzó un grito de frustración-¡Tu deja de ser tan cabezon y déjame en paz!
Christian, acostumbrado a la fiereza de su hermanita ni se inmutó cuando esta le dio un golpe fuerte en el pecho. Esa chiquilla berrinchuda volvería a los brazos de La Sede, quisiera o no. Él se encargaría de ello. Ya bastante la había extrañado y preocupado por ella. Ya no podía con sus nervios.
Antes de que Christian pudiera decir algo, Selemí rodeó el auto y entró en el. Sin mediar palabra con un espantado Bruno, encendió el auto y lo echó a andar. Bruno se quedó estupefacto al notar como la chica había echado a andar su precioso mustang sin utilizar las llaves, solo con tocarlo.
Selemí, blasfemando sin parar contra su hermano y los idiotas de La Sede, condujo sin rumbo alguno. Necesitaba tranquilizarse o mataría a Bruno, que estaba sentado, aferrandose al asiento con uñas y dientes.
-Em...lo siento.-murmuró bajando la velocidad.-Me dejé llevar. ¡Es que mi hermano me pone tan furiosa!-exclamó, pisando el acelerador sin querer.-¡El es tan...tan...tan idiota que es imposible que no me enoje con él!
-Selemí...
-¡Si, ya sé que lo odiaste también! ¿Quien no lo haría? Es tan...
-Selemí...
-¡Si, es un imbecil descerebrado! Pero, es mi hermano y no permitiré que hables así de él, ¿oiste?
-Selemí...-repitió Bruno, cada vez mas angustiado ante la velocidad que iban.
-¡¿Qué?!
-¡VAS A MATARME!-exclamó el chico, atemorizado.
Selemí dandose cuenta, perdió el control del auto y casi fue a estamparse contra otro auto. Giró el volante con brusquedad y se estampó contra unos contenedores de basura. Ambos dieron una sacudida hacia enfrente antes de ser detenidos por las bolsas de aire.
-¡¿Qué estas loca?!-gritó Bruno, tratando de quitarse de encima la bolsa de aire-¡¿Casi nos matas?!
-Lo siento...pero estamos bien.-respondió Selemí, avergonzada.
Bruno la miró con ganas de matarla. Aunque pensandolo bien, no sabría si podría. ¿Como se mata a un ángel?
Un golpe pesado sonó encima de ellos y de la nada, ambas puertas se abrieron. Dos pares de brazos los sacaron del auto.
-¿Estás bien?-le preguntó Christian a Selemí, exáminandola.
-Si, estoy bien.-respondió esta, algo aturdida.
Detrás de ellos se oyó un sonido de forcejeo y Selemí vio a Bruno siendo sostenido por otro chico. Este tenía toda la pinta de ser emo. Con el cabello negro y lacio, piercing en los labios y sus hermosos ojos azules delineados de negro. 
-Jared, suelta a Bruno.-murmuró con voz cansada. -Lo que tu digas, lindura.-respondió este, dejando caer al chico al suelo. Sin siquiera mirarlo, se acercó a Selemí sonriendole con coquetería-¿Algo mas en lo que pueda servirte, lindura?-dijo al tiempo que tomaba su mano para besarla. Selemí rió. Este chico nunca cambiaba. -¿Nueva moda?-dijo, acariciandole la melena negra. -Atrae a las chicas.-respondió Jared, encogiendose de hombros. Selemí volvió a reír. Ambos estuvieron mirandose el uno al otro, sin parpadear. Hasta que un quejido hizo que se acordaba de Bruno. Que se revolcaba en el suelo, adolorido. -¡Oh, dios! ¡Lo siento! ¿Estas bien?-dijo Selemí, corriendo hacia él. Bruno le lanzó una mirada furibunda, pero asintió con la cabeza. -Ya dejate de dramas, reinita.-le reprendió Jared-Levántate. No podemos quedarnos mas tiempo aquí. Hay curiosos. Selemí giró la vista hacia la calle donde un grupo de personas las miraban con telefonos en mano. Seguramente llamando a ambulancias y policias. Christian y Jared tomaron a Bruno y caminaron por la calle, buscando un callejón oscuro seguidos de Selemí. Bruno no paraba de quejarse y de preguntar por su coche. El no quería dejar su coche ahí solo. Era su bebé. ¡Era un mustang! Que ahora tenía todo el capó cubierto de basura. -¡Ya, reinita!-exclamó Jared, impaciente. Saco su IPhone y marcó un número. Ninguno escuchó la conversación o mejor dicho, Bruno no la entendió, porque Jared hablaba en francés. -¿Esta Jason aquí?-preguntó Selemí. Lo más probable es que estuviera todo el Círculo. -Si. Todos estamos aquí.-respondió Jared después de colgar.-Y en cuanto a tu coche, reinita. Vendrán pronto a recogerlo.-dijo, dirigiendose a Bruno. Ya odiaba a aquel chico. Bruno murmuró algo y ya no volvió a decir nada. El sonido de las patrullas y las ambulancias comenzó a escucharse. Para ese entonces, los chicos ya habían encontrado un sitio oscuro. Jared, sin ningún miramiento le lanzó un puñetazo a Bruno que dejó caer la cabeza, inconsciente. -¿Por que hiciste eso?-le preguntó Selemí, indignada acercandose a Bruno. La nariz le chorreaba sangre pero respiraba. -Por reinita.-respondió Jared-Y por que emprenderemos el vuelo y con seguridad, gritará como niñita. Selemí le lanzó una mirada ceñuda, lo que lo hizo sonreír aún mas. Aquella fierecilla lo volvía loco. Cuando el sonido de las ambulancias se hizo mas fuerte, el trío intercambió una mirada y con un asentimiento desplegaron las alas y alzaron el vuelo. Jared se había colgado del hombro a Bruno y siguió a los hermanos en busca de perderse en la oscuridad de la noche.

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